Día libre y relax en el spa (Ida)

Mas que un día tenia unas horas libres, pero prefería decir que era un día libre, porque era casi todo el día. Camine por el lugar con las gafas de sol puestas, porque acababa de entrar, salude a los dos camareros que conocía y estaban en la barra. Llegue al ascensor para después esperar que entraran una chica y un chico, entre risitas. Me quite las gafas de sol y las guarde en su caja para después, llegar a mi sitio, salí del ascensor dejandole libertad a la parejita o lo que fuera. Que pareja se iba aun lugar como este... Negué con la cabeza y llegue al spa, salude a la chica de la recepción, que me paso la lista. Seleccione lo que quería, firme y poco después salí a donde me dijo, me tenia que cambiar. Llegue a los vestuarios y me quite la ropa para ponerme unos boxers que eran mas como un bañador pero bueno, luego me puse la bata correspondiente para ir a mi primera sesión. Una sesión de masajes, camine por el pasillo y entre donde me indicaron, había una chica esperándome, con dos camillas libres, me quite la bata y me tumbe en una de ellas, boca abajo dejando que trabajara. Tarde unos minutos sentir la crema y las manos de la masajista. Cerré los ojos dejándome llevar, necesitaba un masaje en condiciones porque estaba algo dolorido de la espalda pero solo un poco, porque había dormido bastante mal, los últimos días la verdad. Y eso que solía dormir solo por las mañanas.

No había pasado demasiada buena noche, de hecho, apenas había dormido ya que había acabado de 'trabajar' cuando amanecía y no había calentado todavía las sábanas cuando el maldito insomnio comenzó a atacarme por los cuatro costados. Decidí ponerme un vestido y bajar a que me diesen una sesión de chapa y pintura ya que si al menos no iba a dormir que me aliviasen un poco la tensión acumulada en mis preciosos músculos.

Saludé con un par de besos a la recepcionista mientras seleccionaba una larga lista de tratamientos entre los que se incluían un masaje completo acompañado de un peeling facial, una pedicura y una infinidad de aceites y cremas sin olvidarnos de las duchas de vapores con aceites esenciales y las piscinas de chorros. Entré en los vestuarios y despojándome de prácticamente todo me quedé en un pequeño tanga de hilo de algodón con el que me solían dar los masajes, me enrollé en la toalla y me dirigí hacia la sala.

Entreabrí con cautela la puerta y observé como un chico estaba tendido sobre la camilla recibiendo su masaje. - Hola... - saludé con un tímido susurro y una sonrisa mientras entraba en la sala en la que sonaba una música zen que pretendía ser relajante y la masajista me daba instrucciones para que me tumbase en la camilla. Me despojé de la toalla y me tumbé en la camilla boca abajo mientras apoyada sobre mis codos observaba entretenida a la masajista centrarse en los músculos de aquel joven. - ¿Quien me va a dar el masaje hoy? - pregunté curiosa mientras balanceaba mis piernas como una niña pequeña.- Dios, estoy muerta... ultimamente no puedo dormir... - musité mientras intentaba averiguar si el joven que me acompañaba en aquella sala era un cliente o un compañero ya que no se le veía claramente el rostro así que opté por comenzar a hacer gestos a la masajista intentando averiguar mientras vocalizaba preguntándole '¿cliente o trabajador?' entre susurros

Estaba disfrutando el masaje por todos los lados posibles y mis músculos lo agradecían. De echo yo también lo agradecía, me gustaba la masajista, siempre me dejaba como nuevo. Siempre que podía, pedía que fuera ella la que me diera el masaje, de por si ella también quería que lo hiciera, se lo pasaba bien conmigo con mis bromas y todos los rollos que nos contábamos. La verdad es que era una chica agradable, se portaba bien conmigo. Escuche como la puerta se abría, para poco después escuchar un Hola, que me resultaba familiar. Pero no quise moverme al menos no de momento, estaba muy cómodo tirado en la camilla, al menos por ahora la chica que acababa de entrar no me había causado curiosidad. Bueno no la había visto, pero el masaje podía mas.

Seguí en silencio y con los ojos cerrados recibiendo el masaje, mientras la chica volvía hablar. - Vaya, nos pasa a los dos lo mismo. - Digo aun sin abrir los ojos, al parecer la chica también tenia problemas para dormir o dormía mal. Era algo habitual por aquí ¿o que? Alce la cabeza, abriendo los ojos al final para ver a la chica que ahora me sonaba mas, una sonrisa se formo en mi rostro. - Vaya ¿Y porque no puedes dormir tu? - Pregunto apoyándome de codos, porque el masaje había ido a mis piernas, mire a Ida, si no me equivocaba se llamaba así. Agache la cabeza unos minutos para después darme cuenta que no llevaba la parte de arriba, vamos que solo llevaba un tanga de hilo y nada mas. Sonreí de lado ante aquello, luego la volví a mirar esperando que al menos le sonara mi cara al menos de haberlos visto por ahí, porque había hablado bastante poco con ella, como mucho un hola, ¿que tal? y poco mas.

Permanecí observando a la masajista perdiendo mi mirada de vez en cuando por la habitación, fijándome en los posters con connotaciones orientales que decoraban las paredes de la estancia. La voz masculina del joven que yacía en la camilla contigua me sacó de mi ensimismamiento. - Sí, bueno, aquí nadie duerme demasiado. - añadí con picardía mientras fruncía levemente los labios.

El chico ladeó su rostro hacia el lado que me encontraba y esbozando una sonrisa continuó conversando conmigo mientras la masajista, impasible, continuaba su frenético movimiento de manos sobre la espalda del muchacho. - Tú me dirás, cariño. - añadí sarcástica consciente al ver su rostro de que aquel chico sabía tan bien como yo los horarios que se vivían allí dentro. - Mucho trabajar y no divertirse hacen de Ida una aburrida... - bromeé intentando parafrasear una de las líneas más conocidas de 'El Resplandor' mientras observaba como la masajista iba descendiendo centrándose ahora en sus piernas. Vale, la cara del chico me sonaba. Trabajaba en el club y me había cruzado con él aunque nuestras conversaciones no habían ido nunca más allá de simples formalidades. Estaba casi segura de que su nombre empezaba por N pero no tenía claro el nombre en sí así que opté por el recurso fácil cuando no me acordaba del nombre (y que solía ser bastante a menudo): sustituirlo por un apelativo cariñoso. - Cielo, ¿y tú?¿Demasiado trabajo también? ¿O además del trabajo te ataca el insomnio como a mi?- pregunté mientras sonreía pícara consciente de que se había fijado en mis 'encantos' mientras manteníamos la conversación.

Lo que me respondió la chica, era una autentica verdad. Aquí no se dormía demasiado, por el trabajo, por el ruido y demás. No era un buen sitio para dormir sobretodo por la noche, que era cuando mas movimiento había por el lugar, por la pista de baile, por las habitaciones, sobretodo por ese lugar. Sonreí brevemente cuando me llamo cariño cuando supuse que me reconoció al menos un poco. Si no hubiera preguntado por mi nombre y demás. Cerré los ojos unos instantes cuando, la masajista bajo las manos a las piernas porque indiscretamente me sobo un poco el trasero. Eah, eso no me lo solía hacer, quizás ahora mismo se había vuelto loca o le había salido del alma.

- Yo podría decir lo mismo pero con mi nombre, aunque siempre suelo buscar cosas que me diviertan. - Comento con una sonrisa divertida en mi rostro, para volver a mirar a la chica en cuestión que tenia delante. Era una de las trabajadoras de aquí, es lo tenia claro, digamos que era como mi compañera al ser yo un chico de compañía, por decirlo de manera fina y adecuada. Porque se podía decir de otras maneras, que no me apetecía pensar en ello, en esos instantes. Espere que no se hubiera dado cuenta de que le había mirado los pechos, pero es que me lo había puesto a huevo, yo era hombre y tenia ojos. La mire nuevamente cuando me llamo cielo, porque había desviado el rostro hacia la camilla unos instantes. - Mucho trabajo y dormir mal en la cama, no es por insomnio. Ojala fuera por el insomnio. Voy a tener que cambiar el colchón o algo. O dormir en el suelo. - Respondo a todas sus preguntas con una respuesta larga, pero sencilla. - Hay pastillas para el Insomnio. - Digo, si no me equivocaba, aunque a decir verdad ahora había pastillas para casi todo, pero a mi el dolor de espalda y cuello, pocas veces lograban que se me pasara el dolor. La masajista me dio un toque, asentí y pude ver como se iba a Ida, para empezar con su masaje. Cogí la toalla que cubrían mis partes, por suerte seguía llevando ese bóxer - bañador raro, me senté sobre la camilla, observando a la chica.

Enarqué una ceja sorprendida al ver como la masajista deslizaba la mano hacia el trasero del chico. Vale, al fin y al cabo eran músculos, pero no quitaba que aquello fuese un sobeteo en toda regla. No pude evitar soltar una risilla contenida mientras me acomodaba en aquella camilla como podía juntando algo más mis codos dejando que mis turgentes pechos yaciesen levemente comprimidos y expuestos ante aquel chico como un escaparate de tienda de golosinas a la puerta de un colegio. - No, si en el fondo... - añadí frunciendo los labios.- fondo... - añadí de manera un tanto sugerente.- no lo paso tan mal... - agregué moviendo de manera infantil mis piernas.

Continué escuchando divertida todo lo que aquel joven cuyo nombre todavía no recordaba por más que lo intentaba iba diciendo como posibles causas de su falta de sueño. - Tendrás que probar colchones. A mi me tocó hace no mucho. - añadí recordando cómo había cambiado el colchón que tenía hace no mucho por uno viscoelástico. - Al que tenía se le salieron los muelles de tanto usarlo...- bromeé con una pícara sonrisa, consciente de que aquello no tenía demasiada razón de ser puesto que nunca (o casi nunca) subía clientes a mi habitación personal, siempre utilizaba alguna del club.

¿Pastillas?¡Ja! - No me gusta demasiado tener que tomar pastillas... - dije mientras observaba como la masajista finalizaba su trabajo con el joven y se dirigía hacia mi. - Imagino que habrá otros remedios contra el insomnio, ahora me queda descubrir alguno que me funcione.- añadí mientras bajando los brazos me tumbaba sobre la camilla acomodándome para no ejercer demasiada presión sobre mis pechos notando como la masajista comenzaba a deslizar sus manos untadas en aceites esenciales sobre mi piel relajándola prácticamente al instante. Dejé escapar un gemido al notar sus hábiles manos masajear la zona cervical mientras disfrutaba del momento con los ojos cerrados. Aquella mujer sí que sabía cómo tocarme. - Oh, dios... - musité - ¿Por qué no todo el mundo tiene tus manos? - pregunté mientras me mordía el labio ronroneando cual gata al tiempo que abría los ojos y observaba al chico que yacía en la camilla presenciando la escena sin poder más que sonreírle.